sábado, 30 de septiembre de 2017

¿Habrá Musas en la Amazonía? *


(*) Este artículo fue publicado en el número 56 de la revista El Muso (junio 2017). 
      http://www.ieslasmusas.org/el-muso/


Por estas mismas fechas hace cuatro años, cuando ya tocaba el curso a su fin, me despedía de mis alumnas (1) del instituto de Getafe que durante tres años había sido como mi casa. Mientras, la verdadera se vaciaba y se convertía en apenas dos mochilas. Llegaban las despedidas emocionadas de amigas y familia, pero también la ilusión e incertidumbre del futuro escogido.  
 
Emprendía un viaje de ida, sin boleto de vuelta, a un lugar que para mucha gente era una simple línea imaginaria, pero que para mí se convirtió luego en uno de los países más hermosos y maravillosamente diversos que he conocido.

Mi entusiasmo por la docencia se había ido diluyendo a la vez que habían ido creciendo las agresiones a nuestra escuela pública, a pesar de una lucha agotadora pero enriquecedora, mi entorno cotidiano (mi barrio, mi ciudad, mi país) se había deteriorado después de continuados años de pérdidas de derechos sociales y laborales. Esta confrontación desigual en la búsqueda de una sociedad que situara a las personas en el centro y no al capital, terminó por agotarme, y en ese momento sentí cómo el país conseguía expulsarnos, a unas por asfixia económica, y a otras por asfixia moral. Para recuperar aliento, alegría, motivación… volé hacia un pedazo de tierra que había vivido también los estragos de las recetas neoliberales bajo gobiernos corruptos e indecentes a principios de siglo, y que en su momento, también  había empujado a sus ciudadanos a migrar en busca de un mejor futuro (casi medio millón arribó a nuestro país). Quince años después de aquel hecho, iniciaba el viaje inverso para comprobar el milagro de recuperación de la “Revolución Ciudadana” que, a pesar de sus dificultades y errores, es imposible negar.

Son 10.000 km los que separan España y Ecuador, pero son muchos los lazos históricos que nos unen a pesar de iniciarse de forma tan sangrienta allá por el siglo XVI. Es un país de pequeño tamaño si lo comparamos con sus vecinos sudamericanos, aunque cargado de una riqueza cultural, geográfica y biológica que lo engrandece.

Sin embargo, pese a la existencia de una importante comunidad ecuatoriana en nuestra sociedad, Ecuador es para nosotros un gran desconocido, lo que corroboré cuando a mi partida todo el mundo me recordaba que no olvidase incorporar el bañador, la toalla y las camisas hawaianas en la mochila, como si del Caribe se tratase. Nada más lejos de la realidad.

Mientras el avión cruzaba el Atlántico y ganaba husos horarios, me acercaba cada vez más a mi sueño de vivir en “La América” (la del Sur) y no sólo a transitarla como en otras ocasiones había sucedido.

Ecuador está bañado por las aguas del Pacífico y la espina dorsal andina lo divide de norte a sur, dejando para el occidente la exuberante costa y para el oriente la más aún exuberante Amazonía. Pensar que en un país de casi 300.000 kilómetros cuadrados   (  partes de la superficie de España -ver utilidad de las mates-), puedes caminar solitarias playas cercadas por el verde de las palmas y el mangle mientras disfrutas del avistamiento de ballenas jorobadas, ascender hermosos volcanes por encima de los 5000m con nieves perpetuas, o  navegar por la cuenca del Amazonas a la vez que trinan tucanes, aúllan monos o sigilosamente se acercan el caimán la anaconda o el jaguar, es simplemente emoción en mayúsculas.

 Descubrir y apreciar tal diversidad ha sido un regalo, lo fue observar el volcán Chimborazo, punto más alejado del centro de la tierra o más cercano al sol (ver utilidad de la geografía avanzada); lo fue comprobar que en los Andes el punto de ebullición del agua varía (ver utilidad de la física ) y hubiera que cambiar la regla del 2x1 para que no se pasara el arroz; o lo fue observar cómo la referencia de la estrella polar desaparecía en favor de la cruz del sur (más mates y física).        

Al igual que en España, existe un Ecuador continental y otro insular, con islas que tampoco caben a escala en los libros de texto y necesitan de ese cuadradito en el margen inferior (como las Canarias). El archipiélago de las Galápagos se encuentra a casi 1000km del continente, acercándose lentamente a tierra firme gracias a la tectónica de placas, y multiplicándose en su extremo occidental debido al punto caliente sobre el que se encuentra. Es un lugar endémico y hermoso como pocos, donde la relación con su fauna llega a intimidades insospechadas, por lo que es entendible que hiciera las delicias de Darwin y colaborase necesariamente en El Origen de las Especies.

Pero Ecuador no es solo naturaleza y geografía variada, también es población diversa y por tanto, culturas diversas. El país está constituido por población mestiza, indígena, afro, montubia y blanca; con idiomas oficiales el español, el kichwa y el shuar; y con una variedad de nacionalidades cercana a los veinte grupos incluyendo a dos de ellos que viven en aislamiento voluntario, los Tagaeri y los Taromenane, así  construyen el crisol de lo que denominan “El buen vivir”.

En definitiva, cada uno de los kilómetros cuadrados de este país son un homenajea a la biología, a la geología, a la geografía, a la física y las matemáticas y de manera destacada a la antropología, así como al arte de la fotografía.

Ecuador ha sido mi país por casi tres años, fuente de trabajo docente,  de aprender y encontrar el buen vivir, y sobre todo de inspiración. Y ahora, ya de vuelta, lo siento como mi segunda casa y sobre todo siento que ha marcado un antes y un después.

Es un país hermoso, de gente humilde y cálida, que migraron para estar a nuestro lado aunque nos son invisibles, y que con estas pocas líneas he querido homenajear y expresarles mi gratitud. Y para seguir agradeciendo las oportunidades que la vida te brinda y no dejas escapar, me pregunto:

¿Será posible que el curso que viene haya musos y musas que traspasen esas fronteras humanas que nos impiden aprender y disfrutar?

¿Será posible que musas y musos lleguen a poner un pie en esa línea que nos divide geográficamente y algo más, en norte y sur?

¿Será posible que musas y musos visiten la Amazonía?











(1) Siguiendo una iniciativa cada vez más extendida, y con la intención de evidenciar el problema de género existente, así como intentando usar un lenguaje más inclusivo, en este artículo se usarán los plurales unas veces en masculino y otras en femenino.

Premio Nacional Vicente Ferrer de Educación para el Desarrollo

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